Mi trabajo está impulsado por la búsqueda de la autenticidad: en la vida, en la creatividad, en el cuerpo.

A través de figuras minimalistas y formas crudas e intuitivas, exploro el significado de ser visto. De ser vulnerable. De ocupar espacio. La mayoría de mis pinturas representan cuerpos desnudos, a menudo sin rostro, simplificados, un tanto incómodos. Como la mayoría de nosotros.

Rara vez se parecen a alguien en particular, pero de alguna manera aún así se sienten como todos.
Hay algo profundamente liberador en simplificar la forma humana, eliminar la presión de la perfección y permitir que la emoción sea la protagonista.

Quiero que mi arte se sienta como un espejo silencioso.

Cuando empecé a pintar cuerpos desnudos, me sentía extrañamente incómoda. Pero con el tiempo, descubrí que era terapéutico. Ahora se está convirtiendo en mi forma de procesar la vida, de transformar los sentimientos en lenguaje visual.

Como un recordatorio de que tienes derecho a presentarte tal como eres.

El arte se convirtió en mi refugio cuando todo lo demás me resultaba ensordecedor. Ahora lo comparto con la esperanza de que pueda tener el mismo efecto en alguien más. Eso es lo que realmente me motiva: no solo el acto de crear, sino lo que este hace posible para los demás.

Me interesa menos enseñar a la gente a pintar y más ayudarles a reconectar con la razón por la que quieren hacerlo. Creo que el arte no necesita ser pulido ni perfecto; simplemente necesita sentirse.

Especialmente para aquellas personas que se han sentido estancadas, asustadas o como si no encajaran.

En todo lo que comparto —desde pinturas hasta grabados y videoblogs de estudio— espero crear un espacio para la reflexión, la ternura y la confianza en uno mismo.

Si mi trabajo te invita a respirar hondo, a sentir algo real o, finalmente, a volver a abrir tu cuaderno de bocetos, entonces está cumpliendo exactamente su propósito.

¡Gracias por estar aquí!